Más de 20 años trabajando en una oficina te permiten a veces tener ahorrando un dinero que hace que cumplas un capricho. El mío desde que era muy joven era tener una casa en el campo, y por fin lo logré.
Se encuentra en Matapozuelos, a unos 30 kilómetros de Valladolid, y en ella he logrado reunir lo que siempre soñé. Paz, tranquilidad, pero también diversión. Está alejado del casco urbano, y hasta hace unos años gozábamos de la presencia de un Zoo. Los días de verano recuerdo como se escuchaban los rugidos de los leones. Una noche en el jardín es una visita al relax y a encontrarte contigo mismo. Desde hace un tiempo volvió a abrir sus puertas, pero en este caso como un centro de ocio natural, que cuenta con una granja escuela y un parque de aventuras y organizará campamentos y celebraciones.
En la entrada se sitúa una trasera muy grande. Llama la atención por sus dimensiones y por su color rojo arcilla. Enfrente se encuentra mi primer capricho, un viñedo, con unas cuantas viñas, que sirven para recoger uva tinta en el mes de octubre y con ellas elaborar mi propio caldo.
Luego la casa tiene unas dimensiones grandes. Una cochera con capacidad para dos coches e incluso una pequeña habitación que sirve de taller. Según entras en la casa tienes un hall o recibidor. Luego está el pasillo que va a dar a tres habitaciones individuales y una familiar. Además en ese miso pasillo hay un baño. A mano derecha se encuentra la cocina.
Posteriormente, tienes un salón que es la envidia de todos los invitantes. Quizás estamos hablando de unos 90 metros cuadrados. Para bien y para mal, ya que para calentar eso en invierno cuenta dios y ayuda. Afortunadamente me recomendaron una empresa que realizaba tabiques móviles y pude hacer varios departamentos en el mismo salón. Por ejemplo uno que sirve de trastero y otro de zona para que los niños jueguen con videojuegos y vean la televisión.
El salón da salida a un porche. Al principio estaba al descubierto, pero decidí cerrarlo. Así, con el cerramientos de porches provocas que no haya tanta humedad o que en días de lluvia no entre todo el agua.
Esto es en el primer piso. En el segundo tengo un recibidor, con otra televisión, y posteriormente tres habitaciones más y un baño. Y la guinda del pastel lo pone una terraza que en verano hace las delicias de mis invitados. Pero en invierno también se puede estar porque contrate a una empresa especializada en techos móviles para terrazas que me lo cerro y desde ese día no hay fin de semana que no montemos una buena reunión.
Una vez que salimos al jardín tenemos la joya de la corona. Una piscina de 20 metros, que se ha convertido en la niña de mis ojos. Un baño por la noche quizás sea la experiencia más reconfortante que puedas hacer en una noche de verano. Te olvidas de todo.
Pero además mi casa ideal en el campo se completa con un minihuerto, donde plantó tomates, lechugas, calabacines…las típicas hortalizas de temporada, que además me sirven para mantener la línea con una alimentación sana. Por último, desde hace dos meses, tengo 10 gallinas que dan unos huevos que nada tienen que ver con los que se compran en el supermecado.
Como puedes ver, no es el paraíso, pero casi. Ojalá todo el mundo tuviera la oportunidad de tener una casa así.