La naturaleza nos regala, a menudo, lugares únicos en los que podemos disfrutar del entorno o hacer nuestro deporte extremo favorito en un espacio completamente exclusivo. Pero, por lo general, no es fácil llegar a esos entornos escondidos y recónditos. La Costa Daurada, en la zona noreste de nuestra península ibérica, ofrece un conjunto de lugares únicos, exclusivos y ocultos, una suerte de cartografía recóndita esperando a ser descubierta y formada por calas, playas, pequeños pueblos o montañas. Para hacer más fácil la llegada a estos parajes lo mejor es llevar un coche hasta el punto más cercano en el que se pueda aparcar. El alquiler de coches en Vilanova i la Geltru y otros pueblos de la zona supone una balsa de aire para muchos de estos aventureros, que llegan a través de tren o autobuses a su destino y así pueden así llegar hasta los puntos de más difícil acceso, y suponen también un negocio en alza en una zona geográfica en la que se asienta la necesidad de vehículos para esta y otras actividades.
Lo cierto es que es una cosa algo incómoda tener que depender del coche para moverte, pero en algunas situaciones se convierte en algo totalmente indispensable. La cobertura del transporte público suele ser bastante amplia, pero a veces no tiene sentido poner un autobús hasta determinados lugares, que reciben pocas visitas al año. Es por esto que, en estos casos, la tenencia de un vehículo propio supone la diferencia entre poder visitar y disfrutar estos parajes deportivos y naturales, o no hacerlo.
Es el caso de muchas de las rutas de senderismo y treking existentes en la zona geográfica del noreste español (aunque también ocurre en cualquier zona). Su situación, en el interior de las cordilleras y los sistemas montañosos –aunque no siempre tienen por qué transcurrir en altitudes elevadas– impiden la llegada de viajeros si no es en coche hasta el aparcamiento que se suele situar en los pies de la montaña. Ocurre lo mismo en el caso de que nuestra afición sea la de hacer esquí o snowboard y acudamos a cualquiera de las pistas que se sitúan tanto en la zona de los Pirineos como en cualquier otro sistema de nuestro país. Las últimas paradas de los autobuses de línea suelen tener lugar en el pueblo más cercano a la estación, pero el resto del camino hay que hacerlo a pie. Y en las condiciones climatológicas que solemos encontrarnos no es tan plato de buen gusto como podría serlo en otro periodo del año. No obstante, existen algunos autobuses especiales que sí llegan hasta la zona de la estación de esquí o hasta el inicio de una ruta de senderismo muy conocida, aunque no suele ser el caso.
Exactamente lo mismo suele ocurrir si hablamos de zonas naturales de cierta exclusividad. Es el caso de la playa del Mónsul en el cabo de Gata de Almería, a la que no llegan autobuses, ni otros transportes públicos y a la que solo se puede llegar en coche, y dejándolo aparcado a una distancia muy prudencial del entorno idílico que conforman sus rocas, su arena fina y su agua cristalina. Es tan exclusivo el espacio natural y está tan protegido que, incluso, la playa tiene aforo limitado. Los turistas –o los lugareños– que se quieren acercar hasta allí tienen que madrugar mucho, ya que a cierta hora, cuando la playa se ha llenado de cierto número de personas, se cierra al público para que el entorno no sufra en exceso la siempre destructora presencia humana. Menos prohibitivo, pero igual de limitado es el caso de otros entornos costeros de la geografía española. Calas menorquinas, pequeños recovecos en la zona de Tarragona o playas de piedra casi unipersonales en multitud de lugares a las que solo se puede acceder tras haber llegado en coche hasta el punto más cercano posible (o pegándose una larga caminata). En este caso, empresas de alquiler de coches como Click Motor, situadas cerca de la zona costera dorada, ofrecen sus vehículos de toda gama para que acercarse a la naturaleza de su entorno sea más fácil. A pesar de que, paradójicamente, necesitemos un coche para ello.