Soy concejal de Cultura y Juventud en un pueblo de Valladolid llamado Matapozuelos, os quiero contar una actividad que realicé con los niños de mi pueblo el pasado verano. Una acampanada que 11 meses después todos recuerdan, sobre todo gracias a la actividad de los walkie talkies que compramos en la web Mil Walkies.
Lo primero que hicimos fue buscar el lugar. Elegimos un sitio seguro, pero bonito. Una ribera del río Adaja en la que normalmente se suele ir de romería a venerar a la Virgen de Sieteiglesias. Era una ribera segura, pero con todo lo que supone un lugar así. Árboles, playa, arena, incluso animales. Lo organicé yo junto a al alcalde.
A primera hora realizamos unos juegos relacionados con el agua. Aprovechando que había casi 30 grados, los chicos se pusieron en traje de baño y jugamos a cosas tan típicas como lanzar globos de agua, o a las cartas y el que perdía se lanzaba un cubo de agua.
Posteriormente llegó el momento de comer. Uno de los más delicados, ya que hay que mirar si algún niño es alérgico o tiene intolerancia a algún alimento. Por suerte, de los 20 que había ninguna lo era. Así que el menú fue muy básico: macarrones con chorizo de primero, filetes de cerdo, de segundo, y para terminar, un postre a elegir: o yogurt o natillas.
Después de comer se jugó un partido de fútbol entre chicos y chicas, ellas estaban ayudadas por mí y por el alcalde, y al final el resultado fue de 4-6. Ganamos, y no por nuestra ayuda, sino por la de las chicas, ya que varias de ellas juegan en el Rayo Cenobia de fútbol sala en Asofusa, y eso se notó. Sin duda, unas jugonas.
Después de cenar, un bocadillo a elegir embutido, llegó el momento más deseado, la gymkana de tres marinos en el mar. Un juego infantil de toda la vida y que hemos sabido adaptar a los nuevos tiempos, en estos en los que nos niños solo se preocupan de las máquinas, las consolas y los móviles. Divididos el grupo en dos, y les repartimos estos walkies talkies para que nos tuvieran informados durante la noche. Y es que el juego consiste en ir buscando pistas, y claro los componentes de cada grupo tienen que estar en contacto gracia a estos walkie talkie.
La actividad gustó mucho porque recordó a aquellos tiempos en los que en Matapozuelos había zoo, el único de Castilla y León, y era muy habitual ver como los niños bajaban por la carretera de Mojados y se iban a pernoctar al río. Tiempos pasados que ya no volverán. Ahora lo que hay en el mismo lugar es un centro de ocio de la naturaleza.
Lo que está claro que la idea de comprar walkie talkie fue una brillante idea. Hasta el punto de que nos hemos puesto en contacto con esta empresa para comprar más walkie talkie baratos para futuras actividades. Porque he pensado que nos pueden valer para cuando organicemos los encierros por el campo, que por cierto serán para el mes de julio, o para otro tipo de eventos en los que tengamos que estar en contacto.
Esta es mi historia de convivencia, la verdad es que ha salido tan bien, que vamos a repetir este año. Con algunos pequeños detalles que pulir, pero con la misma esencia. Ya que desde ese día hay mucha amistad entre los niños y se fomentó el compañerismo.