Es casi imposible es por qué, pero lo cierto es que ir al campo tiene sobre nosotros unos efectores reparadores increíbles. Lo notamos por ejemplo cuando vamos al pueblo, cuando pasamos tiempo con nuestra familia en el campo, que volvemos a la ciudad con las pilas cargadas y sintiéndonos mucho mejor. ¿Nunca habéis sentido aquello de acabar cansado por ejemplo de recoger las hojas secas pero encontrándoos muy bien mentalmente? Quizás esto tenga que ver con que durante ese tiempo no habéis estado pensando en los problemas del trabajo, en el estrés de la urbe ni en nada que os preocupa. Os habéis limitado a hacer un trabajo mecánico que expresamente os ha fatigado la parte física de vuestro cuerpo, no la mental.
Ocurre también que muchas veces cogemos el coche y nos vamos a las afueras de la ciudad a hacer caminatas o rutas de senderismo para tratar de conseguir la misma motivación y los mismos efectos, volver totalmente nuevos. Se cree, según los últimos estudios publicados, que quizás esto tenga que ver con que el campo nos exige una menor atención ejecutiva que los entornos de carácter urbano. Y también el salir nos ofrece una sensación de huida, de escape de lo cotidiano, de lo que nos agobia.
Es posible que por esto mucha gente con posibilidades económicas se esté decantando por vivir a las afueras en un chalé con un pequeño terreno donde descansar y alejados de la ciudad, así como otros deciden romper con su vida y directamente dejarlo todo por irse a trabajar y a vivir al campo.
Este tipo de acciones deben ser consideradas prácticamente como reparadoras y aprovecharnos de ellas para sentirnos mucho mejor con nosotros mismos, es decir, usar el campo casi como una terapia para aquellos momentos en los que nos encontramos mal de ánimo o nuestra mente no está preparada para afrontar el día. Se trata de una terapia totalmente gratuita y muy reconfortante para algunos, y que además podemos hacer en compañía, ya que a toda la familia le suele gustar hacer este tipo de salidas.

Para aquellos casos más preocupantes y donde ya ni siquiera el campo por sí solo tiene ese efecto reparador que buscamos, lo mejor es acudir a un profesional a que nos examine y nos eche una mano. Para ello debemos contar con algún centro de confianza, como Psania, una clínica de psicología en Valladolid donde nos ayudan ante los problemas y dificultades que complican nuestro bienestar y nuestra felicidad y con las dudas que podamos tener. En Psania están convencidos que las personas pueden cambiar y sentirse mejor, que la habilidad es algo que se puede adquirir con la práctica, ya que todos los hombres podemos aprender desde nuestro nacimiento hasta la muerte, por tanto podemos cambiar nuestra forma de pensar, de sentir las cosas, y con ello aumentar la felicidad y el bienestar.
En Psania asesoran a sus pacientes en las situaciones problemáticas que presentan de forma individualizada y de calidad, con una evaluación exhaustiva de diversos aspectos o variables, aspectos que en mayor o menor medida podrían explicar los problemas de quienes acuden a consulta. Tras analizar esta evaluación, y con la explicación claro de lo que sucede, se inicia un plan de actuación para adaptar las técnicas a las particularidades de cada caso. En Psania quieren que el propio paciente entienda su problemática y aprenda la forma más adecuada para resolverla.
El trabajo de los psicólogos de Psania sigue una orientación cognitivo- conductual, que considera que gran parte del comportamiento humano, como decíamos, es aprendido y puede ser modificado.
En el este centro de psicología de Valladolid están especializados en tratar problemas multidisciplinares, desde terapias de pareja, hasta problemas en adultos o niños, déficit de atención, mejora del rendimiento escolar y en las habilidades sociales, depresión, inseguridad, autoconfianza o fobias, entre muchos otros trastornos.