Tener un animal de compañía es toda una bendición del cielo. Suele decirse que por ejemplo los perros son los mejores amigos del hombre debido a su fidelidad y lealtad para con nosotros. Ese cariño también nos lo profesan un buen abanico de especies animales que pueden convivir bajo nuestro mismo techo y que se ganan a pulso un cariño y afecto muy sinceros por nuestra parte.
Para alguien acostumbrado a vivir con mascota resulta difícil marcharse de casa durante unos días teniendo que dejar al animal en ella. Hay quien tiene suerte y que puede dejarlos en manos de familiares o amigos. En otros casos, no es así y la criatura se queda sola, cuidando del hogar mientras sus dueños se marchan de vacaciones.
Actualmente vivo con mi perro en Roma, la capital de Italia, una ciudad a la que me fui hace unos años y en la que he conseguido una estabilidad laboral que me fue imposible encontrar en España. Vuelvo a Madrid un par de veces al año para visitar a la familia y a los amigos, y hasta ahora había dejado al cargo de Dobby (así se llama mi perro) a una de mis vecinas.
El problema que aconteció este año era que esa vecina no podía quedarse con Dobby porque también ella se marchaba de vacaciones a su país y la tarea le resultaba, por tanto, imposible. A pesar de conocer a mucha gente en Roma, tomé la decisión de que quizá la mejor opción sería la de que Dobby viajase conmigo a Madrid, donde nada más aterrizar nuestra familia tendría ya organizada una escapada rural al municipio de Robledo de Chavela, cerca de San Lorenzo de El Escorial.
Las grandes compañías aéreas ponen un sinfín de trabas al viaje de mascotas junto con sus dueños, y este era un detalle que a mí no se me escapaba a la hora de organizar mis vacaciones en España. Sabía que tenía que encontrar una alternativa para que Dobby viajara hasta Madrid, y por eso comencé a buscar alguna compañía que se dedicara al transporte de mascotas, o que lo permitiera sin poner demasiados obstáculos.
Fue entonces cuando, por Internet, descubrí www.animalesporavion.com, una de esas compañías dedicadas al transporte animal. Me informé y quedé convencido de que el servicio sería de garantías y a un precio asequible para alguien como yo. Finalmente, me decidí y reservé una plaza para Dobby en un avión con destino a Madrid.
Una experiencia inolvidable
Llegó el día de embarcar rumbo a España. Una vez que yo ya lo hube hecho, esperé a que llegara Dobby. Esperaba que lo hiciera de manera revolucionada y asustada, al haberse montado en un medio de transporte desconocido y al haberlo hecho sin mí. Pero para nada fue así. Llegó de una manera sosegada. Contento y feliz, justo lo que yo había querido. En todo momento estuvo acompañado por profesionales de la compañía, como veterinarios y demás personal especializado.
La estancia en España fue irrepetible. Nada más aterrizar nos desplazamos junto con todos los miembros de la familia a las casas rurales de Robledo de Chavela, como teníamos previsto. Los días que pasamos allí sirvieron, más allá de para descansar y olvidarnos de la rutina y del día a día, para unirnos todavía un poco más y para disfrutar del verano con nuestros seres más queridos. En mi caso, fue doblemente especial porque, además del encuentro con mi familia (a la que no veía desde hacía meses) era importante también contar con Dobby porque seguía contado con su cariño además de saber de primera mano que se encontraba bien.