De safari fotográfico por Barcelona

Preparar un book de fotos en Barcelona centro sobre los animales que pueblan el casco urbano puede parecer una tarea un poco aburrida y en la que predominarán los estudios sobre las palomas locales pero, debido a la presencia cada vez mayor de especies invasoras, esta tarea se puede convertir en un auténtico safari fotográfico.

Y es que, en 2012, la Generalitat de Catalunya había identificado en la Ciudad Condal y los parques naturales de la comunidad autónoma hasta 900 especies de flora y fauna de procedencia exótica de los cuales algo más de un centenar se pueden calificar como invasoras. Estas especies invasoras se definen como aquellas introducidas voluntariamente o no en un ecosistema diferente a aquel del que son originarias y que, necesariamente, se convierten en una plaga para su nuevo hábitat debido a su capacidad de colonizarlo por medio de la abundancia de su descendencia fértil, libre de barreras naturales como los depredadores tradicionales de la especie. Por diversas razones, los agentes rurales del departamento de Agricultura del ente autonómico intervinieron en 2012 alrededor de 350 ejemplares de fauna invasora, pertenecientes a distintas especies y halladas en su mayor parte en comercios importadores y minoristas de animales. En concreto, cita la delegación catalana del diario ABC, se trató de 57 tortugas, 2 bengalís rojos, 6 picos de coral, 5 erizos de barriga blanca, 7 ardillas siberianas y 3 tórtolas rosa y gris y 275 gambusias. La liberación accidental o voluntaria de estas especies es el origen de la formación de colonias y comunidades de especies invasoras que, más tarde, son difíciles de erradicar, con el consiguiente perjuicio para el ecosistema autóctono. Uno de los ejemplos más conocidos de esta situación es el de las cotorras argentinas (Miopsitta Monachus).

El bajo precio en comparación con otras especies de loros y aves exóticas y su resistencia fueron los factores que posibilitaron la introducción y expansión de las cotorras argentinas en los hogares del casco urbano barcelonés. Sin embargo, la agresividad de la cotorra y su agresividad territorial eran la causa de frecuentes abandonos posteriores. En la actualidad, la colonia de cotorras supera los dos millares en Barcelona. Entre los problemas ligados a ello está la conquista del territorio natural de otras especies autóctonas, la peligrosa caída del ramaje a causa de unas nidificaciones que pueden alcanzar los 150 kilogramos de peso, la contaminación acústica y la destrucción de parte de los huertos y la agricultura local debido a su capacidad para comer prácticamente de todo. Este último es uno de los motivos que explican su gran adaptación al entorno urbano de Barcelona. Las cotorras, que han desarrollado un notable gusto por el pan y otros productos industriales propios de las ciudades, se encuentran beneficiadas por las abundantes arboledas y zonas verdes disponibles en Barcelona, ideales como refugio nocturno y para la construcción de sus nidos, por la ausencia de los depredadores que las amenazaban en su hábitat sudamericano originario y por la alta tasa de población mayor de 65 años, proclive a alimentar a éstas y otras aves como medio de entretenimiento. No es raro verles compartir espacio con otras especies foráneas como la cotorra de Kramer, el pico de coral senegalés o ruiseñor de Japón, aparte de los faisanes, ya en contextos más rurales.

La jardinería, por otro lado, es la principal responsable de la invasión de especies en la flora, predominantes con 63 de estos 110 casos. Entre ellos, se encuentran el ailanto, la caña común, la robinia, el helechito de agua y la uña de gato, todas ellas muy extendidas en la geografía catalana, al igual que sucede con dos tipos de algas que han arraigado con fuerza en la cuenca fluvial de la comunidad, especialmente la Caulerpa racemosa, de amplia presencia en el litoral del Garraf. Asimismo,  la lista de especies invasoras contempla cuatro tipos de invertebrados acuáticos, donde destaca el cangrejo rojo americano, el mejillón cebra y el mosquito tigre, y otras catorce terrestres, que aportan graves plagas como el caracol manzana o la mariposa del geranio. Más llamativas son las especies de vertebrados descritas como animales invasores. De nuevo en la cuenca fluvial barcelonesa, las especies peor consideradas a causa de sus efectos perniciosos sobre el medio natural catalán son peces marinos y continentales como la carpa, la gambusia, el alburno y el siluro, cuatro ejemplos de las dieciséis especies tipificadas como invasoras. En este mismo contexto ecológico destaca un anfibio, el sapillo pintojo, y dos reptiles, las tortugas americanas de orejas rojas y las tortugas americanas de orejas amarillas, que son más conocidas por su popularidad como animales de compañía.

Los mamíferos son la clase animal con menos incidencia como especie invasora. De hecho, solo el visón americano se encuentra inscrito dentro de esta categoría, mientras que otros como el gamo, la gineta y el coipú sudamericano se consideran simplemente especies establecidas. No obstante, se vigila de cerca la proliferación del mapache americano en los entornos naturales y urbanos de España.