Decía el cantante de El Arrebato que quería dar una noche con arte, pues esa es la que nos dimos nosotros, el pasado verano. Coincidió con una despedida de soltero de mi primo Sergio, y creo que con eso está todo dicho.
Todo comenzó cuando un día en las fiestas de Matapozuelos, nos avisó de que tendríamos boda para el mes de septiembre. Así que desde marzo nos pusimos manos a la obra. Después de abrir una cuenta corriente para que los invitados a la despedida fueron adelantado algo de dinero, en concreto 50 euros, decidimos ir a Toledo.
¿Por qué? Mi primo vive en Madrid y nos vendría muy bien recogerlo e irnos a esa ciudad, que se caracteriza por su gran patrimonio y por sus famosas tapas. Además estaba muy bonita porque durante estos días celebraban el aniversario de EL Greco. Lo que pasa es que al ser más de 20 personas, no fue fácil encontrar una casa rural en Toledo. Así que tuvimos que irnos unos cuantos kilómetros más allá. En concreto 50.
Nos fuimos hasta Talavera de la Reina. Pero lo más llamativo, o mejor dicho divertido, fue lo que nos ocurrió. Una vez allí, dejamos todas las cosas. La verdad es que la casa estaba genial. Tenía de todo. Piscina, barbacoa, zona wifi, consola, juegos de mesa…pero lo más curioso fue donde pasamos la noche. Una de las bromas que le quisimos hacer a mi primo fue pasar la noche en el campo. Justo detrás. La idea fue muy divertida.
¿Y cómo dormimos? Pues en el mismo suelo, pero con unas sabanas desechables que compro mi amigo Navarro por internet. La verdad es que la espalda lo notó, pero eran tantas las ganas de hacer algo divertido, que nos dio igual. Cuando cayó la noche nos pusimos en la tienda de campaña, previamente comimos en pleno campo, una tortilla de patata, bueno, mejor dicho, tres, con varios chorizos del pueblo y todo regado con un buen calimocho.
Como siempre, está el típico exagerado que solo pensaba en comprar preservativos a granel, pensando en que lo suyo iba a ser una noche…con mucho poderío. No lo necesitamos. Jugamos a juegos del pasado. Recordamos cuando éramos unos niños y jugábamos en la era del pueblo a bote bote, a tres marinos en el mar o hasta las chapas. La verdad que fue lo más emotivo de la noche. Eso sí, no faltaron las tradicionales historias de miedo. Y por supuesto, el alcohol, pero…eso ya forma parte de la intimidad. ¿Lo entendéis?
Como puedes ver, para pasarlo bien, no hace falta comprar condones a granel, lo importante es estar todos juntos y disfrutar de estas cosas. Creo que mi primo nunca olvidará este día. Nosotros tampoco. Con este artículo quiero dar a entender que para disfrutar de una despedida no hace falta hacer lo de siempre. Que sí contratar a mujeres de mente liberal, que si hacer puenting, que si hacer karts. Nosotros hicimos esto y lo pasamos muy bien, durante esa noche. Luego al día siguiente ya fuimos a Toledo y pudimos disfrutar de sus tapas, de su noche y de su fantástica gastronomía.