Hace algunos años fuimos a pasar unos días a un camping de la Manga del Mar Menor. Y cuando digo hace algunos años puedo estar hablando de 15 más o menos. El lugar nos encantó: al lado del mar, nada ostentoso, con casitas de madera y parcelas bien delineadas, baños limpios, etc. Ahora, tras tantos años a las espaldas, decidimos volver esta pasada semana santa, más por morriña que por otra cosa, y menudo el cambio.
Ahora mismo lo que fue un camping familiar de clase media se ha convertido en un camping-spa de alto standing donde si te descuidas, te puede salir más cara la estancia allí que en un hotel de la zona. Han levantado un edificio en medio del camping que han acondicionado con un spa impresionante: saunas, baños y duchas térmicas, diferentes piscinas cubiertas, jacuzzi, toda una maravilla de los sentidos.
El hall, que antes era un edificio pequeño con un mostrador donde recibían a los nuevos huéspedes, se ha convertido en una preciosa entrada de adoquines que da paso a una caseta de madera chill out donde tres risueñas jovencitas inscriben en el registro a los nuevos clientes y donde te ofrecen caramelos (para los niños), botellines de agua y refrescos. Al lado del mostrador, otra joven con mucha personalidad (o pechonalidad, como diría mi marido) embutida en una camiseta tres tallas más pequeña que la que le corresponde, te ofrece tres panfletos diferentes: uno con el mapa del camping, otro con actividades que puedes contratar con precios y horario y un tercero con toda la información del spa. Luego te dan las llaves de la caseta de madera (que por cierto han reformado) y te desean una feliz estancia.
Sorpresa económica
¡La madre que los parió! Cuatro días allí nos salieron casi más caros que los tres días que pasamos el año pasado en un hotel en Granada ¿Estamos locos o qué?
A lo largo de todas las instalaciones podíamos ver placas y carteles de reformasmarti.com, la empresa que, por lo visto, había llevado a cabo toda la reforma, y por lo que he podido saber después, no es nada nuevo porque esa empresa hace maravillas en los campings y en cuestión de rehabilitación de edificios. He leído que en San Pedro del Pinatar, Valencia y Benidorm hay campings similares que han hecho ellos y yo no digo que eso sea malo, al contrario, el camping era una pasada, pero cuando vuelves a un lugar intentando encontrar algo que recuerdas que estaba ahí y te encuentras con un espacio totalmente diferente, el chasco es muy grande, y más cuando llevas intención de gastarte unos 200 euros y acabas dejándote casi 500.
Pero es que ahora está muy de moda eso del camping del lujo así que hay muchos que se han ido sumando, poco a poco, a la idea del “glamping”. En España hay muchos campings de lujo repartidos por toda la geografía y pueden gustarte o no pero la realidad es que son una maravilla.