Córdoba, sus patios y una joya semioculta

Quizás no esté tan apegada a la naturaleza como nos gustaría, pero aunque nuestro amor por lo natural nos guíe en la escritura de este blog, no podemos obviar la belleza de los patios de Córdoba, uno de los imprescindibles de la ciudad. La ciudad de la mezquita es una de las más bellas de nuestra geografía, sin duda, pero es cierto que cuando hacemos un balance de lo más imprescindible para visitar en nuestra excursión, a veces no atendemos a todas las posibilidades existentes.

La ciudad de Córdoba es una de las mejores opciones turísticas para conocer el sur; sin duda, es una ciudad histórica que uno debería visitar en su vida, aunque solo lo hiciese una vez. En lo económico, la riqueza de su naturaleza en aceites y cítricos la convierten en uno de los centros gastronómicos del país, con uno de los sectores terciarios más potentes de nuestras fronteras. En lo referente a lo monumental y la posibilidad de conocerla a través de agradables paseos, no deberíamos perdernos bajo ningún concepto la monumental Mezquita Catedral de la ciudad, que alberga un mapa oculto sobre las civilizaciones que han convivido con ella y dentro de sus muros. Visigodos, romanos, musulmanes y cristianos se encuentran en los vestigios que guarda el interior de este bellísimo lugar tan espiritual como turístico. La mezquita es junto a la Alhambra de Granada la mayor huella de la etapa musulmana en la península. Se puede decir que en ambos edificios, turísticos ahora, religiosos antiguamente, aún se puede respirar el aire del reino de Al Andalus.

Sin embargo, en Córdoba existe un edificio que nunca ha terminado de acaparar la atención mediática que merece. Se trata del Palacio de Viana, una de las joyas ocultas de la ciudad, que, a pesar de ello, es sinónimo de la historia de la ciudad. Sus muros han visto desfilar a numerosas familias nobles y burguesas por el interior de la casa, de tal forma que, sigilosamente, el palacio se ha convertido en testigo de los miles de amaneceres de Córdoba. El interior, como decíamos, es una caja de memorias de la ciudad cordobesa. En 1492 se edificó la vivienda y desde entonces se puede hablar de cinco grandes etapas históricas, que son condicionadas de forma transversal por la propiedad de la casa de distintas familias. Desde sus inicios hasta el año 1704 fue la familia Figueroa y Córdoba la que ostentó el poder y los derechos de la vivienda. Los señores de Villaseca disfrutaron los privilegios de esta casa a través de siete generaciones. La siguiente etapa es mucho más corta y comprende los años que van entre 1704 y 1788, en la que los Fernández de Mesa fueron los regidores. Posteriormente, la familia Cabrera, marqueses de Villaseca y condes de Cárdenas, fueron los dueños del palacio hasta 1871, año en que una herencia dejaría la propiedad del monumental palacio en manos de los Saavedra (ilustre apellido). Estos fueron los últimos propietarios nobles, ya que en el año 1981, muy cerca ya de nuestros días, la propiedad fue devuelta, en cierto modo, al pueblo cordobés, ya que se reabrió como punto de interés turístico y bien de interés cultural. Hasta entonces, la ciudad de Córdoba no había podido ver el interior. Fue entonces cuando se declaró Monumento Histórico Artístico Nacional, dos años antes de que se le concediese el título de Jardín Histórico Artístico. En la actualidad, es la Fundación Cajasur quien gestiona el edificio. Su principal aportación al enclave es la conversión del lugar en un agente cultural de la ciudad, gracias a las exposiciones y su condición de museo que ha potenciado la fundación. Se puede asegurar que la historia de la ciudad se cobija entre los muros de este lugar, sin duda uno de los imprescindibles cuando hablamos de qué ver en Córdoba. Además, una vez en el palacio es imprescindible la visita al conjunto monumental que conforman los patios, que junto a los salones de la casa ofrecen un agradable paseo aristocrático. Sus majestuosos doce patios, y el jardín, pueden poner un broche de oro a la visita. Además, acercando el palacio a nuestra adorada naturaleza. ¿Quién se apunta?