No hay duda de que el Alzheimer es una de las enfermedades contemporáneas más temibles. Por eso, quizás, las investigaciones tratan de buscar un tratamiento eficaz que permita conocer las causas que la provocan y eliminar sus fatídicas consecuencias. Mientras, una de las cosas que podemos hacer por aquellos a los que les “ha tocado” padecer esta dolenci , cuidarlos con la mayor de las delicadezas. Cada día existen más centros especializados en el tratamiento del Alzheimer. En el artículo de hoy vamos a visitar uno, esta residencia de ancianos en Barcelona llamada Benviure, un centro geriátrico de Barcelona especializado en esta enfermedad y en contribuir a que la vida de los pacientes que se instalen en el interior de sus paredes sea lo más confortable posible.
A pesar de los avances que la medicina ofrece casi a diario, el Alzheimer continúa siendo uno de los males más incognoscibles de nuestros días. Sabemos mucho sobre él, es cierto, pero, a pesar de los esfuerzos, que no son pocos, aún nos queda mucho, muchísimo, por aprender. Hace unos días se conocía, mediante un estudio publicado en la revista británica Nature, que un grupo de científicos de Corea del Sur habían logrado hallar una molécula que elimina la proteína vinculada al Alzheimer. Evidentemente, todo son pasos hacia delante, pero el camino parece largo y muy espinoso.
Sin embargo, pese a lo largo que se antoja el camino, las personas a las que se les diagnostica esta enfermedad precisan de unos cuidados y unas atenciones muy concretas y que, en determinadas ocasiones, resultan complicadas de ofrecer por los familiares en horario completo. En ese punto de la ecuación es donde entran en juego residencias geriátricas especializadas, muchas de ellas en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona, como la que visitamos hoy. Con los avances, tanto tecnológicos como humanos, el grupo de profesionales que trabaja en este centro se desvive por ofrecer la ayuda necesaria a los clientes que optan por solicitar sus servicios. Sea cual sea el motivo, lo que está claro es que el paciente que entre por la puerta, disfrutará de todo lujo de atenciones y prestaciones que garantizarán su comodidad y una vida excelente. Muestra de ello es el cariño y la calidad del servicio que uno puede notar que se respira desde el momento en el que pisa por primera vez el centro.
Cocina propia, lavandería, servicio médico las 24 horas del día, un amplio y espacioso jardín para disfrutar de la luz del sol, talleres de memoria, juegos de animación, fisioterapia activa… Todo lo que se nos pueda ocurrir que nuestros ancianos necesitan, lo encontraremos en este tipo de centros geriátricos especializados. Además, desde el otro lado del muro, el del familiar que se ve obligado a internar a su abuelo, padre o madre, tía, etc., también disfrutamos de una serie de comodidades muy pertinentes en el caso de las visitas y el bolsillo, uno de los grandes problemas actuales en nuestro país. La financiación de la plaza se ajusta a la medida del cliente, lo que garantizará que no suponga un escollo insalvable, motivo por el que muchas personas decidían (y siguen decidiendo en muchas ocasiones) no internar a sus mayores en este tipo de entidades, que evidentemente suponen un beneficio para su estado. Por otra parte, y aunque a priori parezca menos relevante, la disponibilidad de parquin gratuito y de horario de visitas abierto puede suponer la diferencia entre que la familia pueda visitar regularmente y más a menudo a su familiar de lo que a lo mejor podría si no existiese esta posibilidad.
Por otra parte, los servicios que ofrecen en Benviure, y cada vez en más residencias geriátricas en Barcelona, Madrid y otras ciudades, son numerosos y diversos. Desde habitaciones dobles, en las que el paciente pueda compartir su vida con otra persona, conocida o no, hasta individuales, en las que podría seguir haciendo una suerte de vida independiente (siempre desde el control que los profesionales tienen sobre ellos) y a su ritmo. En este último punto, el equipo humano y su atención, es donde realmente reside la diferencia. Saber tratar con cariño y pasión a las personas supone la diferencia entre una vivienda y una cárcel. Y eso se nota.