Soy monitora en campings infantiles desde hace más de 15 años. Al principio era sólo un hobby en el que aunaba mi pasión por acampar y la naturaleza con el sentimiento de protección y ternura que despertaban en mi los niños pequeños, pero ahora forma parte de mi profesión y estoy muy orgullosa de ello. Estudié el Ciclo Superior de Animación Sociocultural y trabajo en diferentes campañas de animación a lo largo del año, en un centro asistencial de la tercera edad donde “mis abuelitos” me adoran, y en verano y semana santa soy monitora de un conocido camping infantil que se celebra todos los años. Podría decir que soy una de esas personas con suerte que trabajan en lo que realmente les gusta.
Sin embargo, nunca antes me había tenido que enfrentar a algo tan duro como lo que viví esta pasada semana santa y que hoy os he venido a contar. Este año vino a disfrutar de las instalaciones y de nuestras actividades un colegio de primaria de la Comunidad de Murcia y entre todos los alumnos que vinieron al camping había una niña de 12 años, gordita, muy triste, que no quería participar en nada y se pasaba las horas sola. Hablamos con ella en varias ocasiones y la pequeña lo único que repetía, una y otra vez, es que ella no quería venir al campamento y que había venido obligada por sus padres. No podíamos hacer nada por ayudarla a formar parte del grupo si ella no quería así que muchos de los monitores se dieron por vencidos.
Una tarde, después de realizar una gymkana muy divertida, los niños tuvieron casi dos horas libres antes de la cena y muchos de ellos utilizaron ese tiempo para ir a la piscina. Ana no, la niña gordita se quedó, como siempre, paseando alrededor de su tienda de campaña pero dio la casualidad de que un compañero y yo pasamos por delante justo en el momento idóneo para descubrir qué es lo que pasaba: un grupo de niños y niñas, de su misma edad, estaban alrededor de su tienda de campaña instándola a salir bajo amenazas, insultos y risas mientras que ella, imagino que muerta de miedo, se escondía dentro de la tienda con la cremallera echada y sujetándola con fuerza para que nadie pudiera abrirla.
Cuando nos acercamos los niños pararon inmediatamente de reír y quisieron hacernos creer que la estaban invitando a ir con ellos, pero nosotros habíamos visto suficiente como para saber que eso no era así. Les pedimos a los niños que se fueran y nos sentamos al lado de la puerta de la tienda con la esperanza de que nos abriera. Tardó un poco, pero al final lo hizo, y no pudo más que echarse a llorar y decirnos que todos la trataban igual, que no la dejaban jugar con nadie, que no tenía amigos ni amigas y que todos la insultaban. ¿Sabéis cómo se llama eso verdad? Bullying.
Buscad ayuda
Este acoso y derribo contra alguien puede acabar con la vida de una persona, destrozarla para siempre y convertirla en alguien introvertido y con serios problemas sociales y conductuales. Ante tal panorama informamos enseguida a los directivos del camping quienes se pusieron en contacto con el colegio y los padres de la niña.
Sé, porque no perdí el contacto con ella, que los padres de Ana llegaron a denunciar el caso porque el acoso era cada vez mayor. Si tu hijo o hija está en una situación similar no te quedes callado, denuncia y busca apoyo y asesoramiento. En acosoescolar.com.es y bullying.com.es encontrarás toda la información que necesitas para hacer frente a este problema.
No es el primer caso de alarma que vivo pero sí el más escandaloso y lo que más me aterroriza es que el número de niños que sufren acoso escolar se incrementa cada año en lugar de disminuir y, como todos sabemos, algunos de esos casos acaban en tragedias como el suicidio.
No os quedéis callados, denunciad.