Para la gente que vivimos en las ciudades, y echamos de menos el campo, a veces podemos sentirnos en una celda. Personalmente pienso que las grandes ciudades de hoy en día son imprescindibles para el desarrollo de la vida moderna. Pero también pienso que estamos totalmente atados a la rapidez de la ciudad.
Estamos acostumbrados a tener que hacer todo rápido. Y muchos negocios se plantean bajo la premisa de ser rápidos, a pesar de que los productos o los servicios que se ofrecen, no tengan toda la calidad que podrían si el proceso fuese más despacio. No se me ocurre mejor ejemplo que la comida basura, que está más que demostrado que es perjudicial para la salud si se consume en grandes cantidades.
Pero no solo a la hora de comer tenemos prisa, sino que el ritmo de la vida en la ciudad, hace que todos los días entremos en la competición contra el reloj para hacer todas las tareas que tenemos que cumplir. Muchas veces me imagino a mí mismo como si fuera un piloto de carreras, pero en lugar de correr en un circuito, corro en la vida, y cada vuelta es un día más que pasa.
Por eso siempre que puedo intento escaparme solo al campo, allá donde el mayor estrés es pensar qué voy a hacer de comer o qué montaña o prado voy a visitar hoy. Aunque parezca que no puede ser posible, la naturaleza te da mucha tranquilidad. Seguro que te ha pasado que te has quedado embobado mirando a una montaña, al horizonte que se divisa tras un océano, o incluso a una simple planta o árbol. Esa sensación del presente es algo que llena mucho por dentro.
Hace poco hice mi primera escapada en solitario por el campo durante un fin de semana, y realicé acampada libre. La acampada libre es un tipo de acampada en la que no se acampa en campings o en zonas habilitadas, sino que plantas tu tienda en donde te apetece y duermes allí, y al levantarte continuas con tu ruta.
Después de mi experiencia vengo a contaros algunos de los consejos que he aplicado, así como otros que he aprendido. Porque a veces se puede hacer muy cuesta arriba el estar solo, y hay algunas personas que no le molesta. Personalmente prefiero irme siempre con mi mujer, ya que adoro que siempre lleve una mochila llena de aperitivos que compra en esta tienda de snacks en Madrid.
Consejos para la acampada libre
En primer lugar, hay que prestar atención a la normativa de acampada del lugar al que vamos a ir. Es importante este tema, ya que sino prestas atención puedes tener la situación de tratar con el SEPRONA, e incluso puedes llegar a pagar multas. Cubierta esta posibilidad, has de procurar que el lugar en el que vayas a acampar sea plano, o esté un poco en cuesta, ya que si llueve te libras la posibilidad de que la tienda se inunde.
Respecto a la tienda, aconsejo comprar tiendas de travesía, y no las típicas tiendas de campaña. Las tiendas de travesía son más compactas y ocupan menos espacio en la mochila. Esto nos permitirá ir más livianos. Aunque son un poco más caras, en muchas ocasiones pueden ser incluso más resistentes que los iglús.
En segundo lugar, aconsejo que una vez montado el campamento, toda la comida se lleve consigo mismo para no atraer animales. Este tema no es baladí, ya que puedes atraer a animales inesperados que pueden causarte problemas. En este sentido, no tires la basura al suelo, guárdala y tírala en las zonas habilitadas.
Por último, voy a hablar de la señalización y las medidas de seguridad. Para no perderte, es necesario llevar un GPS en el que tengas guardado de antemano las coordenadas de tu punto de origen y destino, así como puntos de interés a lo largo del camino. También es importante que cuentes con una buena linterna, y que señalices durante la noche tu tienda campaña con luces.
Disfrutar del campo te libera del estrés, anímate a probar una nueva forma de acampar, y cuéntanos tu experiencia.